lunes, 27 de noviembre de 2006

EL ESPÍRITU DE LAS COSAS


«Uno se acerca a estos interiores con la sensación de que esta contemplando una pintura que no es actual. Un poco después advierte cuanto hay aquí de poética ironía, de deliberado e inteligente retorno, y es cuando se ve el afán de lograr un arte que sea comunicación estrecha con el espíritu de las cosas». José Hierro. Acerca del pintor sevillano Joaquín Sáenz y la vieja imprenta como tema recurrente de su pintura.
He llegado a creer que las cosas tienen un espíritu. Lo he sentido visitando casa vacías, deterioradas, que me disponía a rehabilitar. Viejos teatros, con escenarios de maderas gastadas y mazos de cuerdas de las tramoyas, que transmitían los ecos de tantos y tantos artistas que habían pasado por allí. He buscado el espíritu de esos viejos edificios para acometer lo más correctamente posible su rehabilitación. En la convicción de que si conseguía preservar ese espíritu, la nueva vida del edificio, conectaría con la anterior, y los nuevos usuarios disfrutarían de una placentera sensación. Lo bello desde lo profundo.
Es un mensaje que se desprende de las cosas usadas, gastadas. Suaves o toscas al tacto. Piedra, madera, cristal. En grandes objetos, como las botas de roble de una antigua bodega, y en las pequeñas botellas de perfume que se alinean en una vitrina o en un estante. Cajas de todos los tamaños y materiales que encontramos en las mesas de un anticuario. Goethe afirmaba que los artistas ven el espíritu de las cosas. En el arte oriental, los pintores y dibujantes intentan captar en sus obras esa energía vital que desprenden los objetos. Lo más característico de la pintura de Giorgio Morandi son los grupos de objetos que constituyen, una y otra vez, el tema de sus cuadros. Un mundo de botellas, jarros, tazas, pequeñas cajas…. Viejos edificios y objetos gastados por el uso, nos transmiten emociones. Pase las manos por las cosas. Siempre nos cuentan algo.

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