miércoles, 29 de noviembre de 2006

UNA VENTANA


Si rodean el ábside barroco de la Iglesia de Santa Catalina, pueden ver una ventana que durante años he admirado y que siempre me ha fascinado. Está frente a la plaza de Ponce de León, lugar de juegos en mis años de estudiante en el colegio de los Escolapios. Cuando los pequeños esperábamos algo nerviosos la hora de entrar y cuando, ya mayores, merodeábamos por los alrededores.
Esa ventana, con fuerte reja, está rodeada de adornos de cerámica vidriada. Hoy como entonces, me detengo ante ella, y especulo con los símbolos y las soluciones decorativas. El pozo y la fuente. Las flores y los árboles. La torre. El sol, la luna y las estrellas. La casa y la ciudad. Las pequeñas piezas cerámicas incrustadas en las molduras de la ventana son ilustraciones de un relato complejo que formalizó nuestro admirado Leonardo de Figueroa, arquitecto de la capilla sacramental. Elementos para una escenografía barroca en un auto religioso de Calderón de la Barca.
Toda la Iglesia de Santa Catalina es un auténtico relato de nuestra historia arquitectónica. Está construida con fragmentos que se mantienen uno al lado del otro, hasta constituir un edificio genial. A la mezquita e iglesia mudéjar, se le añade la capilla sacramental en 1721, obra extrema del barroco sevillano. Después de la apoteosis magistral de la Iglesia de San Luis y de la magnificencia del Palacio de San Telmo, esta capilla representa el auténtico legado de los arquitectos Figueroa, pues fue concluida por los hijos de Leonardo. La linterna de la capilla con su remate en espiral y la cúpula interior, son parte esencial de la mejor arquitectura de Sevilla.
La política urbanística de ensanches de principios del siglo XX, convierte a la iglesia en un templo exento, al abrir la calle Almirante Apodaca. Y es entonces cuando la mano firme de otro arquitecto genial, Juan Talavera, coloca la portada gótica de Santa Lucía en Santa Catalina en 1929. Se cierra el círculo. La obra está completa.
Nota: un amable lector me indica, que no son símbolos desconocidos sino que pertenecen a la Letanía Lauretana, inspirada en el Cantar de los Cantares. Le agradezco el tirón de orejas y la información.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Una ventana que es mas que una ventana.

Anónimo dijo...

Esa iglesia encierra más de lo que se ve, no solo entre sus muros, sino bajo las capas que los años han depositado sobre ella. Esperemos una restauración pronta y acertada que la devuelva a su verdadero ser.

Anónimo dijo...

Símbolos de un relato desconocido, no. Sobra "poesía" y falta cultura. Conocido y bien conocido: esos símbolos son los de la Virgen María en la Letanía Lauretana. Representan a la Virgen como Espejo sin mancha, Estrella del mar,^Puerta del Cielo, Torre de David, Pozo de Sabiduría... etc. Lo que hay representado en esa ventana es la Inmaculada Concepción a través de sus símbolos, sacados del Cantar de los Cantares! No es que esté en Calderón: está en muchísimas obras (Literatura, Pintura, Escultura...) y en nuestros autores clásicos, incluido Calderón por supuesto. El Barroco es el momento de defensa de ese dogma. Y si no, acçérquese a Zurbarán, Alonso Cano, Murillo...

Me parece significativo que se desconozca esto. ¿Es a lo que nos conduce el laicismo tonto reinante? ¿a la ignoracncia de lo que ha sido nuestro pasado artístico? Pronto la gente visitará no ya Sevilla, sino el Museo del Prado y no podrá interpretar ningún escena religiosa pintada. Una pena. En España, como siempre, caminando hacia atrás si gente ligada al Teatro y la Cultura desconoce algo así e imagina realtos desconocidos en esto. Entonces...¿qué lectura se puede hacer de nuestros clásicos desconociendo algo tan básico? ¿qué escenografías barrocas??

Anónimo dijo...

Tal vez sea mucha pretensión dirigirse a "las nuevas generaciones de sevillanos" y ver relatos desconocidos en la arquitectura sevillana, olvidando la esencia religiosa de la ciudad ¿no?